El 17 de noviembre de 1919, el Times de Londres amaneció con titulares especialmente grandes y visibles: "Revolución en la ciencia. Nueva teoría del Universo. Se derrumban las idea de Newton". El antiquísimo y acreditado diario anunciaba así la aparición de una nueva y atrevida concepción del mundo que barría de un plumazo los viejos valores del espacio y el tiempo absolutos.
Para muchos europeos, aún traumatizados por la recién superada Gran Guerra, ello comportaba además un significado todavía más profundo: sentía que estaba llegando el fin de todas las normas absolutas, lo mismo en la moral que en la filosofía, en la música y en la pintura.
Pero el suceso que se escondía detrás de esta conmoción mundial no era otra cosa que una simple medición astronómica. Los científicos habían conseguido observar que la luz de las estrellas, antes de llegar a la Tierra, describen una curva al rededor del Sol ; en otras palabras, que el Sol dobla literalmente los rayos lumínicos que pasan por su proximidad. Y lo que era más importante : la cuantía de esta curvatura coincidía con la Teoría de la Relatividad General de Einstein y no con la teoría de la Gravitación Universal de Isaac Newton.
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